Mafalda en su sopa / 17 de septiembre 2014

17 de septiembre de 2014 | Sala Juan L. Ortiz Inauguración de la muestra Mafalda en su sopa, en la que se exponen desde bocetos realizados por Quino hasta imágenes de los grafitis pintados en las calles, reconstruyendo el proceso de producción, difusión y circulación de la tira más emblemática del humor vernáculo. Desde bocetos realizados por Quino hasta imágenes de los grafitis pintados en las calles, Mafalda en su sopa –esta nueva muestra organizada por la Biblioteca Nacional a través de su Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos– reconstruye el proceso de producción, difusión y circulación de la tira más emblemática del humor vernáculo. Es un intento (probablemente condenado de antemano al fracaso) de probar si el secreto de la inmortalidad de la historieta puede desentrañarse paso a paso. Es también un registro del derrotero de sus lectores, a través de las cartas que le enviaron al autor y de las palabras de ellos hoy, décadas después. En la Sala Juan L. Ortiz podrán verse no sólo originales, libros, traducciones… sino también fotografías y objetos que dan cuenta de la apropiación que el público hizo de los personajes: incluirlos en tarjetas de casamiento; tatuárselos en la piel, ponerle el nombre a negocios, jardines, bibliotecas, y hasta bautizar a un nanosatélite que está ahora mismo en el ciberespacio. Qué hizo Mafalda de nosotros, sus lectores, queda claro: nos acompañó desde la infancia, creció a nuestro lado y al de nuestras familias, nos representó, nos hizo reír –a veces por no llorar– y nos impulsó a pensar críticamente… Nos marcó a casi todos en algún momento de la vida. Pero la exposición trata de indagar a la vez en el reverso de esa trama: no se trata sólo de reconstruir la hechura “Mafalda” sino también de analizar qué hicimos de ella nosotros, día a día y calle a calle, en estos 50 años.